Hipólito Yrigoyen nace en Buenos Aires, el 12 de julio de 1852. Cursa sus primeros estudios en el Colegio San José y posteriormente en el Colegio de la América del Sur. Ingresa a la Universidad de Buenos Aires para estudiar la carrera de Derecho, aunque algunas fuentes indican que era abogado, no hay constancias que certifiquen que se haya graduado. Descendiente de una familia de clase media baja trabaja desde muy joven, y además comienza a incursionar en política. Su primer trabajo en la administración pública es como Comisario de Policía de Balvanera. A partir de allí concentrará su vida en la militancia política y será un fiel reflejo de los cambios ideológicos y políticos por los que atravesaba el país. Participa en la revolución al mando de Mitre en 1874, pero luego vira su posición hacia la facción de Nicolás Avellaneda. En 1878 el electo diputado provincial cargo que ejerce hasta la federalización de Buenos Aires en 1880. Luego de su breve paso por la Cámara de Diputados se dedica exclusivamente a la administración de sus campos en la provincia de Buenos Aires, y por momentos a la docencia. Las Revoluciones del 90 y del 93 lo ubican entre los políticos que serán requeridos por las distintas líneas políticas que van surgiendo. En la primera, tanto Pellegrini como Sáenz Peña lo invitan a participar dentro de sus cuadros pero Yrigoyen rechaza las propuestas. En la segunda, Yrigoyen es protagonista y representante del flamante partido Unión Cívica Radical. El sistema electoral de este periodo daba lugar al fraude y a las malas prácticas por parte de los dirigentes que ostentaban el poder político, con lo cual la única forma de lograr un cambio era por medio de los estallidos y de la lucha armada. En 1905 Yrigoyen comanda una tercera revolución que si bien fue sofocada por el ejército dio pie a poner en la arena política el debate sobre el sistema electoral. Como resultado de ello en 1912 se sanciona la denominada “Ley Sáenz Peña” que establecía el voto universal (masculino), secreto y obligatorio. A partir de allí su carrera política no se detendrá. El 2 de abril de 1916 resulta electo presidente de la República. Repetirá su mandato luego de la presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928), radical también pero con algunas diferencias ideológicas, división que se manifiesta entre los Yrigoyenistas y los seguidores de Alvear denominados también, antipersonalistas. En 1828, Yrigoyen es electo presidente por segunda vez, proyecta una política de corte más popular e industrialista, lo cual le trae algunos inconvenientes si tenemos en cuenta la histórica política conservadora que plantea el modelo agroexportador como eje de la economía argentina. Un marco internacional poco favorable, junto a una oposición cada vez más demandante, sobre todo de parte de los sectores más conservadores de la sociedad dio como resultado el primer golpe de estado en nuestro país, el 6 de septiembre de 1930. Hipólito Yrigoyen renuncia a la presidencia de la República, es encarcelado y confinado en la Isla Martín García. En 1932 queda en libertad, rechazando el indulto que el general Agustín P. Justo le había otorgado. Al volver a Buenos Aires es recibido por una concurrida manifestación popular, aunque luego se lo obliga a volver a la Isla Martín García. Vuelve a Buenos Aires por cuestiones de salud. Muere a la edad de 80 años, en la ciudad de Buenos Aires, un 3 de julio de 1933.