Alfredo Palacios: un argentino imprescindible

Por: Cecilia Pino
27 de Mayo de 2015

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

                                                                                                          Bertolt Brecht

 

Si alguna característica puede definir la labor parlamentaria de Alfredo Palacios, el primer diputado socialista electo en América Latina, prolífica es la primera que se me viene a la mente, pero resultaría injusto detenerme únicamentente en este aspecto. Y es que buceando en su larga trayectoria política es difícil imaginar que en la historia argentina haya existido un legislador que propiciara tantos proyectos de ley en favor de los derechos humanos, de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, de los derechos civiles y políticos en una época en la que estos aún no estaban consagrados.

Quizá su origen humilde, su condición de hijo natural y la influencia de su madre, Ana Ramón Beltrán, quien según él fue la que lo inició en el socialismo cuando a sus once años puso en sus manos el Nuevo Testamento, explican la férrea defensa que asumió Alfredo Palacios en favor de los sectores más desprotegidos de la sociedad a lo largo de toda su vida.

Precoz como muchas de las figuras políticas del siglo XX Palacios contrarió su destino desde muy joven. A los trece años, mientras cursaba sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Central –actual Nacional de Buenos Aires– se convierte en director del periódico La Juventud, vocero del Centro Católico Pedro Goyena, y poco tiempo después, para ayudar a su madre en la manutención de sus ocho hermanos, trabaja en el periódico El Diarito. Pero su incipiente carrera periodística y su vinculación con las organizaciones que representaban a los trabajadores católicos no durarán mucho. Poco antes de ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se adentra en la lectura de textos de autores ateos, anarquistas y socialistas y se aleja de los círculos católicos convencido de que los sectores más vulnerables de la sociedad argentina precisaban de líderes sociales y políticos que lucharan empecinadamente por sus derechos. Y es allí cuando aflora su innata vocación política, que había empezado a vislumbrarse en sus discursos en el Centro de Obreros Católicos, y que había cobrado notoriedad pública en el entierro del político e intelectual José Manuel Estrada cuando Palacios, de sólo catorce años, pronuncia un discurso que fue destacado por los diarios de la época. A partir de allí abrazará la política con más fuerza y como una consecuencia natural, en 1904, ya graduado de abogado, de la mano del Partido Socialista, se convierte en diputado nacional por el barrio de La Boca cuando apenas cuenta con 24 años. Tiempo antes, en su tesis doctoral presentada ante la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires para recibir el título de abogado, a la que tituló “La Miseria en la República Argentina”, que fue rechazada porque contrariaba el artículo 40 de la Ordenanza General Universitaria –que prohibía atentar contra las instituciones– Palacios había mostrado la fuerza de sus convicciones y expresado una lapidaria crítica a los sucesivos gobiernos argentinos.

Sabiendo que nuestros Gobiernos tienen por norma de conducta el despilfarro y que las defraudaciones y los latrocinios se cometen a diario y quedan impunes. […] Que contesten esos suicidas morales que formando círculos han rodeado a todos los gobernantes para lucrar a la sombra de las grandes empresas. Ellos son los responsables de la ruina del país, ellos que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe, encastillados en su asqueroso egoísmo, o que con las arcas repletas desparraman a manos llenas en el viejo Continente el oro que malversaron. Y concluía Palacios incitando a la lucha de la clase trabajadora al decir […] Nuestros obreros deben unirse para la lucha, recoger las fuerzas dispersas que son fácilmente derrotadas, producir un movimiento de concentración y dar lugar por último a un todo orgánico, coherente y definido, capaz de establecer combate con probabilidad de éxito.           

Ni bien asume su banca para el período 1904-1908 Palacios deja en claro cuál será el rumbo de su desempeño legislativo. En su primer discurso ante el pleno de la Cámara Baja se pronuncia en contra de la Ley de Residencia, impulsada por el senador Miguel Cané y promulgada en 1902 por el gobierno de Julio Argentino Roca, que permitía la expulsión de los extranjeros que perturbaran el orden público sin juicio previo, la deportación y el encarcelamiento de líderes sociales y obreros.

Pero, señor!, si no hay una ley que castigue lo que no es un delito, si esa propaganda anarquista todavía no tiene los caracteres que la hacen punible, si todavía no ha adquirido esa forma externa a que se refiere el señor Cané, ¿cómo es posible, entonces, que nosotros sostengamos que se debe castigar? Es precisamente aquí en donde se pone de manifiesto todo lo deleznable de la argumentación que ha sostenido el señor ministro informante, cuando nos decía que no se trata de una pena, siendo así que el señor Cané precisamente nos prueba con su argumentación, que se trata de imponer una pena por una ley de excepción. Estas incongruencias en que caen los hombres que harto saben de leyes, vienen a poner de manifiesto, de una manera que no permite la más leve duda, lo que he dicho antes de ahora: se ha buscado un pretexto para matar las ideas. Pero ya sabemos que no es posible detenerlas, que cuando aparecen en la forma en que se presentan las ideas nuevas, cualesquiera que ellas sean, es claro que todos los valladares, que todos los obstáculos, que todos los inconvenientes que se opongan a su paso no han de hacer sino acrecentar la ola cuyo empuje es cada vez mayor.                       

Alfredo Palacios, Cámara de Diputados de la Nación

A partir de ese momento su trayectoria legislativa estará marcada por la defensa de los sectores más vulnerables de la sociedad y luchará porque estos alcancen derechos que resultaban impensados para la época, coherente con la placa que había hecho colocar años antes en la puerta de su casa con la leyenda: “Abogado. Atiende gratis a los pobres”.

En las actas originales de la sesión ordinaria celebrada por la Cámara de Diputados entre el 6 y el 9 de mayo de 1904 figura una de las primeras acciones promovidas por Palacios en favor del derecho de manifestación de los obreros argentinos. En aquella ocasión el diputado socialista mocionó y logró que se aprobara una invitación al Ministro del Interior del gobierno de Roca, Joaquín V. González, para que diera explicaciones sobre la intervención policial que se había verificado el 1° de mayo en las calles de la Capital en momentos en que se habían clausurado locales obreros y se había impedido la manifestación que proyectaban realizar los socialistas del barrio de La Boca.

La primera ley del trabajo

Al año siguiente Palacios promoverá la sanción de la primera ley que otorgará derechos a los trabajadores argentinos. El origen de la legislación fue un proyecto denominado Ley General del Trabajo que había sido presentado por Joaquín V. González ante el Congreso en mayo de 1904. Este proyecto pretendía encontrar una solución adecuada a los conflictos que se venían suscitando resultado de las nuevas relaciones de trabajo, que se habían agravado tras la sanción de la Ley de Residencia. Palacios no rechaza del todo el proyecto pues ve en él la posibilidad de que los trabajadores argentinos alcanzaran un derecho hasta ese momento no consagrado: el descanso dominical. Por ello mociona ante el pleno de la Cámara que se trate en forma separada el texto del proyecto relativo a este tema, propuesta que es aprobada. Tras esto, una comisión de Diputados se encargará de la elaboración del proyecto que se transformó en la Ley de descanso semanal 4.661, que fue promulgada en el mes de septiembre de 1905, y que estableció que en la Capital Federal el descanso de los trabajadores se debía aplicar el día domingo.

Jornada laboral de 8 horas

Poco tiempo después, en 1906, Palacios presentará ante la Cámara Baja un proyecto de ley que pretendía consagrar la jornada laboral de 8 horas que lo posiciona como un verdadero adelantado a su tiempo teniendo en cuenta que esta reglamentación recién entrará en vigencia en el país el 12 de septiembre de 1929 cuando las dos Cámaras del Congreso sancionan la Ley 11.544, que estableció la extensión de la jornada laboral en ámbitos públicos o privados y puso como límite las 8 horas diarias.

Pero Palacios irá más lejos y ese mismo año de 1906 presentará un proyecto de ley que planteará la protección del trabajo de las mujeres y los niños que se convertirá en la Ley 5.291 el 14 de octubre de 1907. Paralelamente, también en 1907, presentará un proyecto que se convertirá poco tiempo después en “la ley de la silla”, que obligó a los patrones a disponer de una silla para el descanso de los empleados de comercio y que se constituyó en una ley pionera en el país en materia de derechos laborales.

En 1908, coherente con su compromiso con la clase trabajadora, Palacios impulsará ante la Cámara un proyecto que establecía el derecho de indemnización de los trabajadores en el caso de sufrir accidentes laborales, que se transformará finalmente en el mes de octubre de 1915 en la Ley 9.688.

Durante su segundo mandato como diputado –que debía extenderse de 1912 a 1916– Palacios volverá a promover iniciativas legislativas que buscarán consagrar derechos de los trabajadores. Así, a poco de asumir nuevamente como legislador, presentará un proyecto que planteará la creación del Departamento Nacional del Trabajo, y que tendrá a su cargo la inspección y vigilancia de las disposiciones legales dictadas por el Congreso en materia de asuntos vinculados con el trabajo. Este proyecto se convertirá en la Ley 8.999 el 8 de diciembre de 1912.

Otro proyecto que reafirmará su compromiso con los trabajadores, en este caso con el sector docente, fue el que fijó el sueldo y consagró el derecho a la jubilación del magisterio. Este proyecto también fue presentado por Palacios en 1912 y tras su sanción, ese mismo año, se transformó en la Ley 9.051.

Dos años más tarde Palacios volverá a presentar un proyecto en favor de los derechos de los trabajadores, en este caso en defensa del salario. La iniciativa legislativa del diputado socialista, que ese mismo año de 1914 se convertirá en la Ley 9.511, dispuso la inembargabilidad de los sueldos, jubilaciones y pensiones que no excedan de determinado importe. Un año antes Palacios había presentado ante la Cámara un proyecto que establecía un régimen laboral para los empleados de comercio pero no logra que se convierta en ley. Lo mismo sucede cuando ese mismo año de 1913 presenta un proyecto que reglamenta el trabajo de los obreros y prohíbe el despido sin causa justificada. También en 1913 Palacios promueve en Diputados la modificación del artículo 157 del Código de Comercio en lo relativo al derecho de indemnización a dependientes y obreros despedidos. Ninguna de estas dos iniciativas parlamentarias de Palacios se convertirán en ley tras su presentación pero servirán de base para el futuro.

Derecho de la mujer al voto

Un verdadero hito en la larga trayectoria legislativa de Alfredo Palacios está vinculado directamente con la conquista de los derechos civiles de las mujeres. En 1913 es el autor del primer proyecto de ley que intenta consagrar el derecho de voto de las mujeres, por medio de la modificación del Código Civil, en lo relativo a los derechos civiles de la mujer, iniciativa que en ese momento no consigue el respaldo de sus colegas y que recién tres décadas más tarde será propiciado por el primer gobierno de Juan Domingo Perón.

Será en 1915, en la sesión ordinaria que la Cámara celebra entre el 9 y el 21 de junio, cuando Palacios vuelve a insistir con el proyecto que busca reparar la discriminación que hasta ese momento sufren las mujeres argentinas en materia del derecho al sufragio, pero otra vez tropezará con el rechazo de sus pares que no consideran que las mujeres estén capacitadas para ejercer el derecho al sufragio.

Tras una larga lucha, encabezada por la propia Evita, el proyecto que consagró el derecho al voto de las mujeres fue sancionado por unanimidad en la Cámara de Diputados el 9 de septiembre de 1947 y se convirtió en la Ley 13.010. Cuatro años después, el 11 de noviembre de 1951, por primera vez en la historia argentina más de 3.500.000 mujeres ejercían su derecho al sufragio en elecciones nacionales.

Pocos años más tarde, en su libro, La Razón de mi Vida, Evita dirá: ¿Qué podía hacer yo, humilde mujer del pueblo, allí donde otras mujeres más preparadas que yo, habían fracasado rotundamente?… Lo primero que tuve que hacer en el movimiento femenino de mi Patria, fue resolver el viejo problema de los derechos políticos de la mujer.

La iniciativa presentada por Alfredo Palacios en favor del voto femenino fue revolucionaria por donde se la mire teniendo en cuenta que recién un año antes, en 1912, se había promulgado en el país la Ley 8.871, conocida como Ley Sáenz Peña, que consagró el voto secreto, obligatorio y universal y que permitió que se pusiera fin al régimen electoral, viciado de irregularidades, que se había instalado en el país desde 1880. En 1916 esta ley permitió que llegara a la Presidencia de la Nación, resultado de las elecciones en donde por primera vez entró en vigencia la nueva ley, el radical Hipólito Yrigoyen.

Palacios renuncia a su banca en Diputados en una sesión ordinaria que celebra la Cámara entre el 25 de junio y el 28 de julio de 1915 –un año antes de la finalización de su mandato– cuando es expulsado de las filas del Partido Socialista por batirse a duelo, entre varios otros, con sus padrinos políticos, Mariano Beascochea y Fermín Rodríguez, cosa expresamente prohibida por el estatuto de este partido por considerarlo un “vicio burgués”.  Ese mismo año funda el Partido Socialista Argentino con el cual intenta infructuosamente ganar una banca de Diputado en los comicios legislativos de 1916 y en los de 1918 en los que es derrotado por el radicalismo.

En el Senado

Luego de 16 años fuera del ámbito parlamentario Alfredo Palacios se convierte en Senador de la Nación por la Capital Federal para el período 1931-1934 en representación del Partido Socialista al cual retorna luego de reiteradas solicitudes de la cúpula de este partido y con el afán de oponerse al régimen instalado por el militar José Félix Uriburu que tiempo antes, consecuencia de sus actos políticos, lo había tomado preso y conducido a la Penitenciaría Nacional.

Desde su banca en la Cámara Alta Palacio Palacios volverá a mostrar un firme compromiso con los trabajadores y con los sectores más desprotegidos de la sociedad argentina. Desde este lugar presenta innumerables proyectos en favor de los trabajadores y de los derechos humanos en general. Uno de ellos es el que plantea la creación de una Comisión de Fondos de Desocupación, que presenta en 1932 y se convierte en ley ese mismo año. Dos años más tarde presenta un proyecto que establece la adecuación de la legislación argentina sobre el trabajo a las disposiciones de las Convenciones de Washington y Génova que posteriormente se transforma en ley. En 1936, durante su segundo mandato como senador –que se extiende de 1935 a 1938– vuelve a presentar un proyecto en defensa de los derechos de los trabajadores, esta vez vinculado con la retribución al personal docente de los colegios particulares (privados). Al año siguiente es autor de un proyecto que prohibió el despido de las empleadas de las empresas concesionarias de servicios públicos al momento que estas contrajeran matrimonio. En 1938, coherente con los mismos principios, presenta un proyecto que consagra el derecho de licencia de las empleadas y las obreras del Estado antes y después del parto. El proyecto de Palacios constituye un agregado a la Ley 12.111, del año 1934, que consagró el derecho de las empleadas dependientes del Estado a gozar de una licencia antes y después del parto.

En 1940, durante su tercer mandato en la Cámara Alta –que se prolonga de 1939 a 1943– Palacios sigue presentando iniciativas que defienden los derechos de los trabajadores. En esta ocasión presenta un proyecto que establece la inembargabilidad de los sueldos menores de 160 pesos, coherente con las ideas que había defendido muchos antes en Diputados. Con este proyecto Palacios plantea la modificación de los artículos 1 y 2 de la Ley 9.511, que había establecido en 1914 la inembargabilidad de los sueldos, jubilaciones y pensiones que no excedieran de los 1.000 pesos.

Muchos de los proyectos que Alfredo Palacios presentará durante los distintos períodos legislativos en los que ocupó una banca de diputado o de senador en favor de los derechos de los sectores populares o de las minorías de la Argentina se cristalizarán recién durante los gobiernos de Juan Domingo Perón –el primero, que se extendió de 1946 a 1952– cuando se consagran los derechos civiles de la mujer y su derecho al sufragio y se crean el Ministerio del Trabajo y Previsión Social y la Fundación Eva Perón, organismos mediante los cuales se puso en práctica lo que posteriormente, a nivel mundial, se denominará Estado de Bienestar. Al mismo tiempo, se impulsó un proceso de industrialización y nacionalización de los sectores básicos de la economía que tuvo por objetivo lograr la redistribución de las riquezas. Durante su segundo mandato –que se extendió de 1952 a 1955– Perón volverá a rescatar del olvido varias iniciativas legislativas presentadas por Alfredo Palacios y que en su momento no prosperaron.

Abolición de la pena de muerte

Paralelamente a su tarea legislativa en favor de la clase trabajadora Alfredo Palacios se destaca tanto como diputado como senador por su labor en favor de los derechos humanos, civiles y políticos así como en defensa de las mujeres y los niños.

Durante su primer mandato como diputado, específicamente en 1904, presenta un proyecto de ley que plantea la derogación de la Ley de Residencia 4.144. Tras un largo proceso en el que Palacios reitera la presentación del proyecto en la Cámara Baja, finalmente en 1915 se aprueba la derogación de la Ley de Residencia y de la 7.092, de Seguridad Social. Durante este mismo período –más precisamente en 1906– presenta un proyecto que plantea la abolición de la pena de muerte. Esta iniciativa parlamentaria lo posiciona una vez más como un verdadero adelantado a su tiempo ya que esta propuesta recién conseguirá el respaldo del Congreso en 1922 cuando se deroga el Código Penal de 1883. Las últimas ejecuciones realizadas en el país –que no respondieron a causas políticas– ocurrieron en Buenos Aires el 22 de julio de 1916.

La trata de blancas como delito

Palacios volverá a mostrarse como un verdadero visionario en 1907 cuando como diputado presenta un proyecto que plantea la represión del delito de la “trata de blancas” el cual en ese momento no consigue el respaldo de los miembros de la Cámara Baja. Sin embargo insiste con su iniciativa en 1913, y logra, luego de un arduo proceso, que la mayoría de sus colegas diputados vote a favor del proyecto –que se convirtió en la Ley 9.143–  que amplió las penas a la explotación sexual en el país (que diez años antes había establecido la Ley 4.189) y extendió la penalización a los proxenetas que explotaran a personas mayores de edad. Esta legislación castigó con penas de hasta 15 años de prisión a las personas que explotaran sexualmente a menores de 12 años.

El proyecto presentado por Palacios, que finalmente se convirtió en ley, se constituyó en la primera legislación en el mundo que combatió la trata de personas.

Otro proyecto con el que Alfredo Palacios se adelanta en el tiempo es con el que en 1907 plantea el establecimiento del divorcio vincular por medio de la modificación de la Ley del Matrimonio Civil. Como era predecible, esta iniciativa no consigue la adhesión de los diputados y recién varias décadas después, específicamente en 1954, durante el segundo gobierno de Perón, el divorcio vincular entrará en vigencia en el país luego de la sanción de la Ley 14.394, que lo incluyó en su artículo 31, pero sólo por un breve período, que se extendió de 1954 a 1956, cuando, por medio de un decreto, fue dejado sin efecto por la llamada “Revolución libertadora”, que derroca en 1955 al gobierno de Perón. Recién en el año 1987, con la sanción de la Ley 23.515, la Cámara de Diputados de la Nación restituyó este derecho, que permitió volver a contraer matrimonio civil a los divorciados.

En el año 1933 Alfredo Palacios volverá a reincidir en su defensa de los derechos de las mujeres, los niños, los ancianos y las clases más desfavorecidas de la Argentina. En esa ocasión el legislador socialista presenta un proyecto de protección de la maternidad y durante esta misma época, desde su lugar de senador, promoverá innumerables iniciativas legislativas motivadas por los mismos objetivos. Así, en 1936 presentará un proyecto que establece la creación del Departamento Nacional de Maternidad e Higiene Infantil; la habilitación de una Caja de Fomento a la Natalidad; la construcción de escuelas primarias en zonas rurales del país. Igualmente, en 1942, presentará un proyecto que dispondrá la creación de una Caja de Protección a la Familia Argentina, la habilitación de la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, la creación del Instituto Nacional de la Vivienda y el establecimiento de pensiones a la vejez.

Salario mínimo

Su último mandato como senador  de la Nación se extendió sólo del 28 de abril de 1961 al 6 de septiembre de 1962 cuando se interrumpe abruptamente debido al golpe de estado que derroca al Presidente Arturo Frondizi. Sin embargo durante este breve período Palacios presenta, específicamente en diciembre de 1963, un proyecto de ley que intenta consagrar un derecho fundamental para los trabajadores: el salario vital mínimo. Este derecho se convirtió en la Ley 16.459 el 10 de junio de 1964, cuando fue sancionada por la Cámara de Senadores,  y estableció que debía regir “en todo el territorio de la República, para todos los empleados y los obreros públicos, de la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería, el servicio doméstico y toda forma de trabajo subordinado.” Además estipuló taxativamente que el salario vital mínimo debía garantizar al trabajador y a su familia la alimentación adecuada, una vivienda higiénica, vestido digno, asistencia sanitaria, educación, esparcimiento, seguro y previsión.

Último período como diputado

Alfredo Palacios vuelve a convertirse en diputado nacional por la Capital Federal en 1963 y en esta ocasión sólo debe ocupar su banca hasta 1965 pues su mandato se ve acotado. Sin embargo esto no fue impedimento para que el legislador socialista presentara nuevamente numerosos proyectos en favor de los sectores menos favorecidos del país o en defensa de los derechos civiles y políticos. Su último proyecto ante la Cámara Baja, que declara de “interés nacional” la investigación de las causas de la mortandad infantil y que plantea la creación del Instituto Nacional de Investigaciones Pediátricas, lo presenta el 1° de diciembre de 1964. Esta iniciativa parlamentaria se convierte en ley ese mismo año. Meses antes, consecuente con sus convicciones, presenta un proyecto que plantea la amnistía a civiles y militares por delitos políticos, gremiales o de opinión.

En el último tramo de su vida Alfredo Palacios cumple con su tarea legislativa en su domicilio, rodeado de sus libros y de sus más cercanos colaboradores y finalmente fallece el 20 de abril de 1965, diez días antes de que concluya su mandato, antes de lo cual presenta ante la Cámara Baja más de 80 acciones parlamentarias motivadas por los mismos principios que rigieron toda su vida política.

Un dato biográfico aportado por el abogado Pedro Vives Heredia, investigador y docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y quien fue durante varios años secretario privado de Palacios, quizá permite entender a cabalidad la personalidad y los ideales que marcaron el rumbo de la labor parlamentaria del legislador socialista. En uno de los varios libros que escribió sobre la vida y obra de Alfredo Palacios Vives Heredia cuenta que el legislador socialista murió sin ser propietario de ningún inmueble. Vivió desde los veinte años en una casa alquilada ubicada en la calle Charcas 4741, en el barrio de Palermo. Su único patrimonio fueron los 20 mil libros de su biblioteca personal que forman parte de su legado a la historia argentina. En la actualidad este lugar es un museo histórico etnográfico en el cual se preservan más de 30 mil volúmenes, muchos de ellos manuscritos originales que son un testimonio vivo de la prolífica producción legislativa de Palacios en favor de los derechos del pueblo argentino y que constituye su aporte fundacional al Derecho Laboral del país. 

Bibliografía

Actas de Sesiones de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

Anuario Socialista.

Forino V. Edmundo edit. (1990): Vida y obra de Alfredo Palacios, Buenos Aires, Editorial Celebridades y Hechos Históricos.

García Costa, Víctor (1971): Alfredo Palacios, Buenos Aires, CEAL.

Homenaje a Alfredo Palacios (1998): Buenos Aires, Editorial Círculo de Legisladores de la Nación Argentina.

Perón, Eva (1951): La razón de mi vida, Buenos Aires, Ediciones Peuser.

Vives Heredia, Pedro (2008): Alfredo Palacios en la intimidad, Buenos Aires, Editorial Dunken.