La reforma universitaria de 1918

Por: Belén Artigas Cruxent
30 de Junio de 2015

La reforma universitaria de 1918 se inscribe dentro de un cambio de paradigma político y social en la Argentina, que se inicia con la llegada del radicalismo al poder. Para situar este hecho es necesario reconstruir aquellos antecedentes a partir de los cuales surge y tener en cuenta cuál era el modelo de educación vigente hasta esa época. Para ello retomaremos lo planteado en el expediente que se encuentra en poder de la Dirección de Archivo, Publicaciones y Museo de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, presentado en el año 1918, en el cual la Federación Universitaria Argentina solicita la sanción del proyecto de ley y los Estatutos universitarios aprobados por el Congreso Universitario de Córdoba teniendo en cuenta el rol de la universidad en la sociedad y la composición social del estudiantado.

"La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América"

Hacia fines del siglo XIX la educación universitaria en la argentina era una cuestión de privilegio –las únicas universidades nacionales hasta ese momento eran la de Córdoba, La Plata y Buenos Aires– y el acceso a ellas estaba reservado a los hijos de una élite dominante que se había consolidado, entre otras cosas, gracias al reparto de tierras que se le habían arrebatado a los pueblos originarios durante la llamada conquista del desierto. El colonialismo cultural, expresado a través del lema “civilización o barbarie”, estaba arraigado en el imaginario colectivo, y los modelos de cultura que se importaban desde Europa tenían su impacto tanto en la política como en la economía de la época cuestiones de las que la universidad no estaba exenta.

Sin embargo, a principios del siglo XX, se inicia un proceso de cambio que surge como resultado de diversos factores, principalmente la visibilización de un nuevo sector de la sociedad que reclamaba por sus derechos y por más participación en las instituciones del Estado.

El modelo económico agroexportador, que había consolidado también un modelo político a partir del cual el Estado garantizaba privilegios pero no derechos, encontraba sus límites en las nuevas demandas. La conformación de sectores medios –en su mayoría provenientes de la oleada inmigratoria que experimentó el país a principios de siglo– cuyos hijos comenzaban a asistir a la universidad, empezaba a problematizar el modelo de educación elitista, y las nuevas generaciones de jóvenes que se iniciaban en la vida académica veían en el movimiento organizado la posibilidad de cambio. Muestra de ello es el aumento del número de estudiantes que se produjo entre 1900 y 1918 aumentando de 3.000 a 14.000, imprimiéndole la realidad nacional a una universidad que se había mantenido como refugio de sectores que ya habían perdido privilegios, primero con la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912), y luego con la llegada del radicalismo al poder (1916). 

Una Vergüenza menos, una libertad más

Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica…

(Fragmento Manifiesto Liminar, 1918)

 

El 15 de junio de 1918 los estudiantes de la Universidad de Córdoba impidieron la designación como rector del representante del sector conservador , Antonio Nores, y declararon la huelga general que daría origen al Manifiesto Liminar –el primer antecedente del proyecto de ley y los Estatutos Universitarios–manifiesto en el que quedaron plasmadas las bases de la reforma para la construcción de una universidad igualitaria y democrática, cuyas premisas serían la autonomía, la gratuidad, la libertad de cátedra y el cogobierno.

La crítica a la universidad conservadora, encerrada en sí misma y extemporánea, venía manifestándose con anterioridad a 1918, sin embargo, sólo pudo plasmarse en la realidad con la presencia de un contexto político nacional favorable. Para situar algunos ejemplos sirve resaltar un pedido presentado por los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires ante la Honorable Cámara de Diputados en 1906, en el cual solicitaban la sanción de una reforma legislativa, que incluyera la renovación de los cargos directivos y docentes de la universidad. Esta solicitud se transformó en un expediente y se suma a dicho documento otro, presentado en 1917, en el cual los estudiantes plantean la reorganización de las universidades nacionales y la participación estudiantil en los Consejos Directivos.

La huelga de los estudiantes en la Universidad de Córdoba fue el primer paso para la conformación de la Federación Universitaria Argentina que nuclearía a los estudiantes de las tres universidades nacionales existentes hasta ese momento, sumándose las de Tucumán y Santa Fe, que hasta ese momento eran universidades provinciales constituyendo una fuerza lo suficientemente pujante como para lograr la intervención del Presidente Hipólito Yrigoyen, y la posterior elaboración de la Ley de Estatutos Universitarios, que daría lugar a un nuevo modelo educativo retomado luego, como ejemplo de lucha, por los estudiantes del llamado Mayo Francés.

En este sentido, el paradigma liberal comenzaba a perder preponderancia, y la reforma no era más que una manifestación de ello. La necesidad de una democratización y apertura no implicaba sólo la gratuidad de la educación superior, sino también la posibilidad de que los estudiantes participaran de la elección de las autoridades universitarias –autoridades que eran vitalicias hasta ese momento–, en la planificación de los contenidos y en la autonomía de los gobiernos nacional y provincial para garantizar una universidad comprometida con los problemas de la sociedad en la que está inserta, de la cual se nutre y a partir de la cual construye su conocimiento. El proyecto de ley plantea en este sentido las razones de orden sociológico, constitucional, geográfico y pedagógico que sostienen la necesidad de “una Ley que responda a las necesidades de 1918 y que pueda responder también a las necesidades de aquí a cincuenta años”. (Proyecto de ley y Estatutos Universitarios, 1918).

En primer lugar, en relación con lo sociológico, el proyecto sostiene la necesidad de una ley que tenga en cuenta la diversidad, afirmando que “la diferenciación es una ley de progreso, mientras que la uniformidad es ley de atraso.” Fomentando la elaboración de estatutos acordes a la tradición e historia de cada una de las casas de estudio, teniendo en cuenta sus orientaciones como el carácter legalista y laico de la Universidad de Buenos Aires o la orientación racionalista de la de La Plata, sin buscar la uniformidad ni la centralización, sino la unidad, que permitan los más distintos tipos pedagógicos universitarios.

En segundo lugar, en lo que respecta a la constitucionalidad, en el proyecto se plantea la necesidad de fomentar el federalismo universitario para poder consolidar el federalismo político, ya que “corresponde a la Universidad cimentar los ideales patrióticos escritos en la Constitución”.

En tercer lugar, vinculado con lo geográfico, el proyecto de ley sostiene la necesidad de adaptación de las universidades a las necesidades de cada región en la que están insertas, y la necesidad de que estén comprometidas con el contexto social, político y económico.

Por último, en relación con lo pedagógico, el proyecto hace referencia a la “tradición autoritaria de las universidades, la influencia eclesiástica y conservadora de las elites”, para poder dar cuenta de la necesidad de apertura a nuevas formas de experimentación e investigación, evitando los dogmatismos que tienden a constituir verdades absolutas e inmodificables. 

A modo de conclusión: Una universidad vestida de pueblo

Ser universitario, más que un privilegio, es un deber de compromiso con el pueblo

(Cristina Fernández de Kirchner, 2013)

 

La reforma universitaria de 1918 tiene como base la democratización de la institución universitaria, postulando entre otras cosas, la renovación pedagógica y científica, la democratización de las estructuras de gobierno, la autonomía y la gratuidad.

Sin embargo, su principal logro fue el de manifestar el rol que debía tener la universidad dentro de la sociedad argentina, mostrando la necesidad de una universidad con una visión latinoamericanista, que tuviera en cuenta las transformaciones culturales, y que a la vez pudiera interpretar los problemas de su pueblo y buscar respuestas a partir de la investigación y la producción científica. Dicho logro, fue resultado de la capacidad que tuvo el movimiento estudiantil de plasmar en la realidad universitaria, una realidad nacional atravesada por una revolución política, que se tradujo en la ampliación de derechos y en la participación ciudadana. Una revolución política que comenzó a atender las demandas de igualdad de posibilidades e inclusión social, y que trascendió al gobierno de Hipólito Yrigoyen y construyó un sujeto político que a lo largo de la historia argentina ha levantado esas banderas.

En este contexto, diversos hechos de la historia evidencian que aún hoy estas banderas siguen en pie. Tras el proceso de vaciamiento de la Universidad Pública –que se extendió desde junio de 1966 hasta mayo de 2003– y su consecuencia directa en la conocida “fuga de cerebros”, dos hechos desandan la crisis en que se vio sumida la educación superior argentina. Primero, la implementación del Plan Raíces, que permitió la repatriación de científicos argentinos en el exterior, y que constituye el inicio de un cambio a partir del cual surge una nueva generación universitaria. Luego, la creación de 9 nuevas universidades nacionales a lo largo y ancho del país, no sólo con el propósito de facilitar el acceso a la educación superior, sino también para la descentralización y descolonización pedagógica.

Finalmente, y tal como lo puntualizamos en el inicio de la nota, la cuestión podría resumirse en el enfrentamiento de los paradigmas, a partir de los cuales se construye una visión del Estado y sus funciones. Un Estado presente o un Estado ausente, la defensa de derechos o la defensa de privilegios, la universidad pública o privada, una universidad para pocos o una universidad para todos y todas. 

Bibliografía

Expedientes de la Dirección de Archivo de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

Fernández de Kirchner, Cristina (2013): discurso por Aniversario 400 de la Universidad de Córdoba.

Portantiero, Juan Carlos (1988): Estudiantes y Política en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI.

Puiggrós, Adriana (1996): ¿Qué pasó en la Educación Argentina? De la Conquista al Menemismo, Buenos Aires, Kapelusz.

Recalde, Aritz e Iciar (2007): Universidad y Liberación Nacional, Buenos Aires, Editorial Nuevos Tiempos.

Sitio oficial de la Universidad de Buenos Aires.