Debate en el Congreso Nacional de la Ley de Educación Común 1420

Por: Lic. Rodolfo F. Herrán
21 de Diciembre de 2014

Luego de la finalización de los sangrientos enfrentamientos entre las diversas facciones en que estaba dividido el país y una vez superada la situación de conmoción interna, que marcaron los destinos de la novel República, que se remontaba hasta los días de la Revolución de Mayo se plantea en el país la construcción de una unidad tanto a nivel territorial, como económica, política, y social. Una vez pacificado el territorio, en 1880, se federaliza Buenos Aires (Romero, 2001), y se comienzan a crear las instituciones tendientes a implantar un Estado de características modernas. Dentro de este proceso de institucionalización, por ejemplo, se disuelven las milicias provinciales y se crea un cuerpo de Ejército Nacional. Este hecho  marca el nacimiento de un Estado centralizado moderno que dentro del territorio nacional detenta el monopolio de la violencia legítima.

En la esfera política se instala un régimen oligárquico (Botana, 1985) que desde 1880 se ve enfrentado a tres problemas claves para la República. Por un lado, debe hacer frente a la integridad territorial, poblando un vasto territorio, con extensas áreas fuera de su control y el problema de las fronteras tanto internas como externas, y por otro lado, a dos temas íntimamente ligados entre sí: el problema de la conformación de una identidad nacional y la organización de un régimen político.

El problema que se debió enfrentar, vinculado con  la identidad,  tuvo su origen en el creciente número de inmigrantes de diversas nacionalidades, portadores de fuertes rasgos identitarios, que debían ser amalgamados en nuevo sentido de identidad, el cual sirviera como elemento de cohesión social. Como parte de este proceso, los inmigrantes adquirieron esta nueva identidad, que mediante algunos contenidos básicos, permitió que la nueva población se identificara con la República y sus instituciones. Este proceso de identificación con la nueva República también debía crear nuevos sujetos sociales que sostuvieran  este nuevo sistema político.

El funcionamiento de las instituciones políticas se vio traducido en lo que Botana dio en llamar la “República posible”, que hacía alusión a la distancia entre la letra escrita en la Constitución, que proclamaba una formalidad democrática que no se practicaba, y lo que llamó la “República verdadera”, en referencia al cúmulo de prácticas políticas entre las que se contaban: las manipulaciones electorales, las alianzas políticas y los acuerdos de cúpulas que tuvieron por objetivo perpetuar en el poder a una oligarquía  que no pusiese en jaque el sistema de acumulación de la burguesía autóctona.

En el marco de esta “República posible”, y durante la Presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886), que algunos autores marcan como el comienzo del “Orden conservador” (Botana, 1985), se votó la Ley 1420 de Educación Común que se transformó en la ley fundacional del sistema educativo argentino. Esta Ley garantizó una educación primaria obligatoria, gratuita y laica para toda la población.

La Ley 1420 de Educación Común, que fue llevada adelante por la llamada “Generación del 80”, consagraba, en gran medida, el ideario de la denominada “Generación del 37”, integrada, entre otros, por Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, quienes habían pensado las bases para el desarrollo de la Argentina. Las ideas de estos intelectuales, sobre las perspectivas del desarrollo futuro de la Argentina, estaban vinculadas a las condiciones para el avance del capitalismo industrial en Europa que las elites percibían de manera favorable.

Los proyectos de esta generación fueron llevados a la práctica en las décadas que siguieron a la batalla de Caseros. La ley 1420 “[…] constituyó la culminación de un complejo proceso histórico, como resultado del cual aparecían triunfando, y abriéndose paso, las ideas democráticas y liberales que pueden percibirse debajo de todos los esfuerzos de integración del país y modernización de sus instituciones.” […] “no es fruto de improvisación –decenios de prédica sarmientina la prepararon– y que su aprobación no obedeció a combinaciones políticas momentáneas, como han sugerido alguna vez sus detractores.” (Weinberg, 1984).

Así, el proyecto económico, político y social de las elites cristalizó a partir de diversos clivajes, como la ampliación de las fronteras (fruto de la victoria militar sobre los pueblos originarios en la llamada Campaña del Desierto) que permitió aumentar las áreas productivas e incrementar la población. Este proyecto también fue producto de la incorporación de las sucesivas olas migratorias.

La política migratoria sostenida en esos años provocó un crecimiento poblacional inusitado. La población total pasó de 1.830.214 habitantes en 1869 a 4.044.911 habitantes en 1895. De esta población, sólo el 12.1% del total eran extranjeros en el año 1869, pero, en 1895, estos pasaron a representar el 25,4 %, es decir, más de un cuarto, de la población total (INDEC indicadores demográficos).

Este caudal migratorio, de diversos orígenes, fue moldeado por la escuela pública, producto de la Ley 1420, y se transformo en una masa social portadora de una nueva identidad ciudadana, útil para la República. En este sentido, se siguió el pensamiento de Sarmiento que “[…] creyó posible que la implantación pedagógica provocaría la constitución de nuevos sujetos sociales y políticas. Maestros y alumnos vinculados en la educación básica por una relación de instrucción, constituirían un sujeto pedagógico capaz de transformar las costumbres y el estilo de vida de los argentinos.” (Puiggrós, 1991).

El proyecto educativo para generar ciudadanos de nueva factura, que sirvieran a los fines de la oligarquía, necesitaba, según Sarmiento, de una escuela que “transmitiera esquemas generadores de prácticas que fueron sustitutivos de otros anteriores y no su complemento. Los aportes culturales de la familia popular, de la clase social, del grupo étnico y cultural, en la medida en que no coincidieran con esos esquemas, deberían eliminarse.” (Puiggrós, 1991).

En este sentido, la escuela se transformó en un agente disciplinador de los sectores populares, que intentaba deconstruir las identidades de la diversidad cultural preexistente para conformar una nueva identidad, que estructura prácticas acordes al nuevo funcionamiento de las instituciones políticas republicanas.

Esta Ley, fruto de un complejo y largo proceso de años de reflexiones, también fue, para la época, la más avanzada de América Latina y tendió a democratizar la educación al darle un carácter obligatorio y gratuito. Mediante esta doble característica esta legislación logró incorporar a vastos sectores de la población al sistema escolar.

Producto de la impronta “sarmientina” la Ley 1420 consagraba ámbitos de participación de la ciudadanía. Con esta Ley la “Generación del 80” llevó adelante la utopía de Sarmiento de crear una educación popular que “Era una utopía democrática porque la sociedad civil –población– tendría un destacado papel en la gestión a través de cooperadoras, asociaciones de padres, sociedades populares, bibliotecas públicas y porque su interés principal eran las grandes mayorías.” (Puiggrós, 1991). Así también la Ley 1420 estipulaba la creación de bibliotecas públicas y populares, la participación de la sociedad civil en el control del sistema educativo, etc.

El Debate Parlamentario

En la esfera política, para lograr la consolidación del gobierno nacional, se buscó  alcanzar grados de autonomía respecto de otros polos de poder, como la Iglesia.  Concretamente, buscando limitar el poder de la Iglesia, se llevaron adelante medidas respecto de algunas funciones administrativas que con anterioridad llevaba a cabo la institución eclesiástica tales como el registro de los nacimientos, defunciones, casamientos, que desde la creación del Registro Civil quedaron bajo la órbita estatal. En el mismo sentido, la Ley 1420 de Educación Común  se transformó en un campo de enfrentamiento de este proceso.

Durante el debate parlamentario de la Ley se discutieron diversos aspectos vinculados con esta. Por un lado,  en torno a la pertinencia constitucional de legislar desde la Capital de la República para todas las provincias, sin lesionar las prerrogativas constitucionales de cada una de ellas. Por otro lado, en torno al poder soberano que le  otorga a las autoridades locales la potestad de decisión sobre los contenidos y el modo de impartir educación en cada territorio provincial.

Igualmente, retomando el proceso de autonomización respecto del poder de la Iglesia, se discutió en el Congreso sobre el carácter laico o religioso que la Ley le otorgaba a la educación pública. “Como se sabe, el trámite del debate fue, sintéticamente, el siguiente: la Comisión de Instrucción Pública de la Cámara de Diputados presentó un proyecto de ley a través del diputado Demaría, que respondía a la posición de la fracción católica de la Cámara. El diputado Onésimo Leguizamón fue el encargado de responder desde el sector liberal y de presentar, a su vez, un proyecto alternativo.” (Tedesco, 2009).

La posición ultramontana, presentada por la Comisión de Culto e Instrucción Pública, defendida por el diputado por la Capital, Mariano Demaría, sostenía que el Estado, a través de la escuela pública, debía impartir la enseñanza religiosa (católica). Esta propuesta fue finalmente rechazada en la votación del 23 de junio de 1884 donde se insistió, sobre tablas, en el proyecto votado por la Cámara de Diputados. La votación resultó afirmativa, por 44 votos contra 15, imponiéndose la posición liberal, sostenida por el diputado por Entre Ríos, Onésimo Leguizamón, que le otorgó el carácter laico a la enseñanza pública que se imparte en las escuelas del estado argentino hasta la actualidad.

La propuesta impulsada por el sector liberal, que le otorgaba carácter laico a la educación sufrió un nuevo embate frente a la posición ultra católica antes de su sanción definitiva. Esto ocurrió el 26 de junio de 1884 cuando el Senado insistió en la sanción de un proyecto acorde con la posición de los sectores más conservadores, que apoyaban la enseñanza de la religión católica. La Cámara Alta propuso votar una redacción anterior al proyecto del 8 de octubre de 1881. Para ello necesitaban una mayoría calificada que finalmente no lograron. De 22 senadores presentes, 11 votaron afirmativamente, apoyando la moción de insistir con la redacción anterior, pero se necesitaban 15 votos para la aprobación de esa propuesta. Por ello finalmente fue aprobado el proyecto votado en Diputados el 23 de junio de 1884.

A modo de conclusión

El objetivo que persiguió este proyecto estuvo  vinculado con el horizonte político. Su propósito final fue la construcción de ciudadanos que permitieran el funcionamiento de las instituciones republicanas. “El sistema escolar moderno surgió como uno de los pilares de la construcción del Estado Nación, organizado con la lógica de la burguesía, en su lucha contra el viejo bloque histórico y las clases subalternas.” (Puiggrós, 1991).

Un punto que diferencia la experiencia argentina respecto de otras experiencias nacionales, sobre todo, de la de los países que ya habían despegado industrialmente, fue la orientación que se dio al sistema educativo. Si en los países más industrializados la educación se orientaba hacia la formación de mano de obra, con ciertas habilidades para desarrollarse en el mundo del trabajo, en el caso argentino, particularmente, se buscó crear una homogeneidad ciudadana que permitiera edificar una nueva identidad que contribuyera al funcionamiento institucional de la República.

Bibliografía

Botana Natalio R. “La Tradición Republicana: Alberdi, Sarmiento y las Ideas Políticas de Su Tiempo”. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1984

Cucuzza, Ruben. “El Sistema Educativo Argentino. Antecedentes, Formación y Crisis”. Editorial Cartago. Buenos Aires. 1985

Deval, J. (1983): Crecer y pensar. La construcción del conocimiento en la escuela, Barcelona, Laia.

Halperín Donghi, Tulio. “Proyecto y Construcción de una Nación (1846-1880)” Biblioteca de Pensamiento Argentino Vol. 2. Editorial EMECÉ. Buenos Aires. 2007

Oszlak, Oscar. “La Formación del Estado Argentino: Orden Progreso y Organización Nacional”. Editorial Ariel. Buenos Aires. 2014

Romero Luis Alberto. “Breve Historia Contemporánea de la Argentina”. Editorial: Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 1994

Puigross, Adriana. “Sujetos, Disciplina y Curriculum en los Orígenes del Sistema Educativo Argentino”.  Tomo 1 de la "Historia de la Educación Argentina". Editorial Galerna.  Buenos Aires. 1990

Tedesco, Jusan Carlos. Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1900). Centro Editor de America Latina. Buenos Aires. 1982