Santiago G. O´Farrell nace en Buenos Aires, el 12 de marzo de 1861. Finaliza sus estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires, en 1883, con una tesis sobre "Privilegios del Banco Provincia". Años más tarde, en 1889, ingresa a la Unión Cívica, alineándose en las filas de la Unión Cívica Nacional, el ala más conservadora de ese partido. Entre 1892 y 1994 es Concejal. Dos años después es electo diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, teniendo una importante participación en la labor legislativa. Durante el primer período como diputado se destaca: la aprobación de la Ley de Seguro de Vida, su participación en la Comisión de Investigación Judicial y Códigos. Entre sus intervenciones, la pronunciada en la Sesión Secreta del 14 de septiembre de 1889. En dicha sesión, referente a los límites con Chile, O´Farrel critica el informe del Ministro de Guerra y Marina, planteando que, en caso de que se declarase la guerra, la situación para Argentina sería lamentable: Inglaterra cerraría el suministro de carbón de todas las carboneras de Europa, además de que el Ejército de tierra cuenta con "escuadrones de caballería sin caballos, de artillería sin atalajes, de infantería sin correajes y todos con la mitad de las carpas necesarias". En 1902, es reelecto diputado nacional por la Capital Federal. Y en 1906 es renovado el mandato por tercera vez consecutiva, ahora junto al Partido Republicano, unido a un desprendimiento del Partido Autonomista Nacional de Roca. Entre sus actividades también se destaca la participación en diversas comisiones organizadoras de empresas ferroviarias, e incluso ser el director local del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (hoy Ferrocarril San Martín). Sus posturas ante diversos temas, ponen de manifiesto sus simpatías hacia Europa, específicamente Inglaterra, y la influencia del catolicismo. Ésta última, notoria en sus argumentos en contra de la aprobación de la Ley de Divorcio en 1902. Por otra parte, en la revista “Estudios” de la Universidad de la Plata, se publican sus palabras ante el inminente cambio no sólo en el orden económico del país, sino también político y social. Allí sostiene que el objetivo era: “reiterar la condenación enérgica de todo propósito que tienda a reemplazar el orden en la vida económica de la Nación por la anarquía, sufrimiento las libertades que amparan por igual al trabajo y al capital, y repetir el aplauso caluroso a las instituciones y a los hombres que lograron mantener con mano férrea el imperio de la Constitución”. Su fallecimiento se produce en Buenos Aires, el 17 de mayo de 1926.